Por: Astrid Sarmiento Paniagua
Hoy es un día especial para los viajeros que están listos para zarpar. Librarán la batalla por la vida y se enfrentarán a dos realidades: la necesidad vs. el deseo. El código PC002 aparece en la pantalla y el integrante con esa asignación deja la sala —llena de participantes y acompañantes— y se dirige al counter a tiempo para recibir la manilla que lo acredita como uno de los pasajeros del día:
—PC011, cabina 12. —PC015, cabina 25. —PC002, cabina 4…
A pesar de no ser todavía las 7 a. m., ya no hay espacio en la sala. Todos han madrugado tratando de no fallar a la cita. En esta situación imprevista, en la que los participantes han sido elegidos por el azar, tener acceso a la última tecnología hace la diferencia. Son veinticinco las cabinas dispuestas para cada día y nadie quiere perder la oportunidad de este viaje, a pesar de las circunstancias difíciles y adversas que este implica. Cada viajero va ocupando el lugar correspondiente y acomodándose en la silla que lo mantendrá sin peligro de caída durante el trayecto.
Los científicos y expertos serán los únicos con acceso directo a los tripulantes. Ellos estarán encargados de las conexiones y de suministrar los fluidos necesarios que el viajero requiere en esta misión. Los acompañantes deberán permanecer en la plataforma desde donde serán simples observadores. Cada sesión durará seis horas continuas y, al concluir estas, se sentirán los efectos de tan feroz confrontamiento. Después de varias semanas se determinará si todo este esfuerzo ha valido la pena.
Tan pronto inicia la cruzada, solo un amigo es permitido en la zona de combate, y es elección de cada viajero aceptar su apoyo. Él es el guía mayor y conoce con exactitud el territorio atacado ahora por el enemigo. En su misión de reconocimiento ha visto el esplendor de cada lugar y su importancia. Guarda la memoria de los mejores momentos y puede visualizar la grandeza del futuro. Es capaz de mirar con optimismo cómo cada área logra ser restablecida, por lo que es el idóneo en el momento de trazar la estrategia para la ofensiva; pero es optativo de cada explorador escucharle y seguir su plan.
Una vez los navegantes se han hidratado suficientemente, alcanzan el terreno donde la balsa empieza a avanzar. Es necesario mantenerse lo más tranquilo posible y no alertar al enemigo. La tropa accede al terreno y, en su avance, va con una consigna clara y contundente: matar al adversario. Podrían existir situaciones inesperadas o afectaciones a terceros, al igual que campos devastados cuyo tiempo de recuperación será lento; pero es la única forma: tomar por sorpresa y herir de muerte.
La lucha se intensifica. El cansancio y la confusión no se hacen esperar. Es difícil estar alerta y, a veces, hay dolor. Los pensamientos se tornan lentos y es complicado mantenerse entusiasta y enfocado. Con el transcurso de las horas, hay ansiedad por la finalización del combate.
—¡Ya casi termina!… —es el sentimiento generalizado, pero no hay euforia posible, aun cuando los resultados sean positivos. Es una batalla devastadora.
Las máquinas suenan, indicando el fin. ¡Por hoy se ha terminado la misión!
La sexta sesión de quimioterapia ha concluido.
♫ ♫ ♫🎷🎷♪♪🎷🎼♪♪
Starry, starry night
Paint your palette blue and gray
Look out on summer’s day
With eyes that know the darkness in my soul….
♫ ♫ ♫
Now I understand
What you tried to say to me
And how you suffered for your sanity
And how you tried to set them free
♫ ♫ ♫
They would not listen, they did not know how
Perhaps they’ll listen now.
«Vincent» – canción de Don McLean.