Alucinaciones

Por C. Eduardo Cervantes V.

Le habían dicho que todo lo que había a su alrededor le pertenecía, por eso salió a recorrer sus predios. A lo lejos divisó una pequeña laguna y decidió caminar hacia ella; sus aguas azules parecían unirse con el cielo. De pronto percibió un leve movimiento y le pareció ver un ser azul de cuatro brazos, se froto los ojos para tratar de aclarar su visión.

Aguzó la vista y ahora vio a este ser de cuatro brazos descansando sobre una serpiente gigantesca, también azul. Trataba de entender qué pasaba cuando escuchó:

−Ssss, a que no puedes seguir mi movimiento.

−Puedo hacerlo, pero si lo hago me hipnotizas o ¿ya estaré hipnotizado? −se preguntó.

−No eress capaz.

−Si te descuidas, yo te cojo y te meto en ese canasto.

−Dejémonoss de converssacioness y mejor ssígueme a esse árbol −mientras decía esto apuntaba con su lengua a un árbol que estaba junto a la laguna.

−No voy a caer en tus embrujos y tentaciones, ¿qué tiene de raro ese árbol?

−Ja, ja, ess el árbol al que tieness prohibido acercarte, porque ess el de mejoress frutoss y no quieren que loss pruebess.

−Yo pruebo lo que quiero, a mí nadie me manda, porque yo soy el dueño de todo esto −expresó, mientras dirigía su vista hacia el árbol.

−Bueno, entoncess ssígueme.

Mientras trataba de dilucidar qué le estaba pasando (¿un monstruo azul de cuatro brazos? ¿Una pequeña serpiente que me habla?), un movimiento extraño llamó su atención y observó que en el ombligo del monstruo había un loto que cambiaba de
colores. Primero era blanco, cambió a rosado, a azul, a rojo, a amarillo y después repetía el ciclo.

De pronto en una de las repeticiones de la ronda, cuando el loto era blanco, emergió un ser similar al monstruo azul, pero este era dorado y en cada uno de sus brazos traía un libro.

Conversaba con una serpiente que ahora había desaparecido, aparecían monstruos de colores alucinantes por todos lados.
Debía clarificar su mente, se sentó en un tronco, y fue entonces cuando noto que el ser dorado sudaba como si estuviera en un baño sauna, pero cada una de las gotas de sudor se convertía en un ser humano.

De pronto escuchó:

−Who are you? −era uno de los humanos

−¿No entiendo quá me dices?

Sintió un golpe en su espada y le decían:

−¿Qui es-tu?

Él insistía:

−No entiendo.

Los interrogantes continuaban:

−Wer bist du?”

−Chi sei?
−¿Quem é você?

−你是谁? (Pronunciado: nǐ shì shuí).

−あなたは誰ですか? (pronunciado: ¿anata wa dare desu ka?).

−кто ты? (pronunciado: kto ty?).

Cerró los ojos tratando de borrar de su cabeza lo que oía y lo que veía. Cuando abrió los ojos todos estos seres habían desaparecido y no escuchaba nada, pero sentía que se movía y fue cuando se percató de que estaba sobre una tortuga, y esta se dirigía por un corredor hacia una puerta; esta se abrió y apareció en la calle. Junto al umbral de la puerta estaba un mendigo al que le preguntó:

−No entiendo, ¿qué me pasó?

−Son las bromas de los dueños de bar −musitó el anciano.

Levantó la vista y se leía “Bar de los Dioses”.

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